Vivir el momento, podía caer muy fácil en el romance melodramático y cursi. Después de todo, esta película de John Crowley narra la historia de una pareja profundamente enamorada, que atraviesa un dramático cuadro de cáncer. Pero el guion de Nick Payne, toma la brillante decisión de convertir la premisa, en una reflexión acerca del amor cotidiano. Por lo que sus primeros minutos — que pueden resultar confusos, pero después, toman sentido — se esfuerzan por dejar claro ese punto de vista. 

Almut (Florence Pugh), es una chef llena de ideas, vitalidad y un extraño sentido del humor. Por lo que su relación con Tobias (Andrew Garfield, que parece haber nacido para el papel), está llena de momentos extraordinarios. Lo que convierte a su vida en común, en conversaciones divertidas, pequeños y grandes descubrimientos en parejas y también, una profunda lealtad mutua. A diferencia de otras historias en que la posibilidad de la muerte es un tema latente, Vivir el momento está mucho más interesada en mostrar que cada vivencia cuenta. No importa lo que ocurra después o el miedo que aguarde en el futuro. La película tiene un tono optimista, que no llega a ser ingenuo ni, tampoco, artificial. 

De hecho, buena parte de la efectividad del argumento, se basa en usar esa idea sobre el amor de todos los días, para justificar su estructura disruptiva. Por lo que la película va a diferentes momentos de la pareja protagonista — algunos trágicos, otros simples, la mayoría devastadores — en una especie de cronología desordenada. Aunque el principio es complicado de seguir — y quizás, este puede ser uno de los puntos bajos de la película — lo cierto es que el guion logra unir todos sus puntos en una única idea. ¿Qué harías para ser feliz en el peor momento de tu vida? 

Vivir el momento

Vivir el momento se aleja del melodrama, al explorar en una historia de amor en sus peores y mejores momentos. El guion, que narra tres líneas temporales distintas, abarca desde la maternidad y la muerte, con sencillez y sensibilidad. Lo que brinda la oportunidad a Andrew Garfield y a Florence Pugh, de profundizar en sus papeles desde un punto de vista poco común en cintas románticas

Puntuación: 4.5 de 5.

Una celebración al romance adulto

Por extraño que parezca y teniendo una premisa semejante, Vivir el momento no es en absoluto pesimista, sermoneadora o deprimente. Antes que eso, la trama se esfuerza por mostrar que la vida en común, está llena de todo tipo de momentos inclasificables. El director logra que Vivir el momento, no sea solo el relato de un matrimonio enfrentado a un futuro angustioso — que lo es, en cierta medida — sino que, a pesar de eso, hay alegrías que compartir. Buena parte de las mejores escenas de la cinta, establecen ese tono de esperanza agria, muy poco corriente en películas al estilo. Pero, además, reflexiona sobre el hecho de que ninguna vida es perfecta o debe serlo.

Lo que brinda a la cinta, un aire maduro y profundo, que resulta emocionante en sus mejores momentos. Alejándose de la posibilidad de regodearse en la tragedia que no oculta — el diagnóstico de cáncer de Almut llega en las primeras escenas —, Vivir el momento, se esfuerza por ser honesta y conmovedora. Y lo logra, al llevar a sus personajes a los momentos más sublimes y también, los más duros, casi de manera simultánea. De la maternidad, al momento que su protagonista debe afrontar la posibilidad de morir, hasta triunfos profesionales y la vida cotidiana de un matrimonio joven.

Vivir el momento logra la proeza de hacer reír y llorar con facilidad. Lo que resulta sorprendente, es que ambas emociones, pueden experimentarse en secuencias sucesivas. Gracias a la singular cronología del guion, la cinta parece contar, al mismo tiempo, los momentos más importantes de una vida llena de luz y, a la vez, de dolor. Por lo que la emoción que embarga cada una de las tres líneas temporales de la película, se hace más realista al estar llena de matices y puntos oscuros.

Dos actores en su mejor punto

Pero lo que realmente sorprende de la cinta, son sus protagonistas. Tanto Florence Pugh como Andrew Garfield, se esfuerzan por explorar en sus personajes más allá del amor que se profesan. Lo que consiguen, a través de brindar a sus actuaciones una profunda sensación de comprender que sus personajes comparten un viaje entre lo peor y lo mejor de sus vidas. No es una fórmula sencilla — y hay momentos en que la película no puede sostener del todo su extraño ritmo —, pero el dúo de intérpretes comprenden a cabalidad los matices sutiles de sus papeles.

Almut, que debe luchar contra el cáncer y la maternidad, está llena de alegría, rabia y angustia. Todo mezclado, en la posibilidad de morir, pero también, su convicción de continuar a pesar de esa certeza que la golpea. Al otro extremo, Tobias intenta sobrevivir no solo a la posibilidad de la viudez, sino, al mismo tiempo, al miedo al futuro dramático que podría esperarle. Vivir el momento, encuentra sus mejores momentos, al ser por completo honesta al detallar a sus personajes. Ninguno es un héroe, ni tampoco un mártir de sus dolores. Antes de eso, son dos adultos que están en busca de un punto de apoyo para continuar. 

Emotiva, conmovedora y profunda, Vivir el momento es una historia que abarca muchas más ideas sobre el amor de lo que podría esperarse. De la necesidad de ser consolado, la búsqueda de propósito, hasta la decisión de vivir, a pesar de un diagnóstico en apariencia implacable. Lo cierto es que la cinta, es mucho más que un romance. Es, también, una reflexión del amor contemporáneo en toda su belleza y honestidad. También, la alegría de amar, a pesar de los baches y sinsabores que una larga relación puede engendrar. Su mejor y más dulce punto.