La historia de El Cuervo, la legendaria película de 1994 en la que falleció su protagonista, Brandon Lee, regresa a los cines con un remake. La nueva adaptación de los cómics de James O'Barr llega protagonizada por Bill Skarsgård y dirigida por Rupert Sanders. El proyecto, que ya con sus tráileres generó controversia, busca narrar la historia del vengador Eric Draven desde un nuevo punto de vista que no será tan gótico, aunque sí muy sangriento. Una manera de distanciarse de su predecesora y de todas las no tan queridas secuelas que le siguieron en los años posteriores.
La trama de El Cuervo acompaña a Eric, un joven problemático en un centro de desintoxicación. Allí conoce a Shelly Webster, de la que se enamora perdidamente. Un día, deciden escaparse. Pero tras ella está una peligrosa banda criminal cuyo líder tiene unos extraños poderes sobrenaturales. Shelly tiene un vídeo que compromete por completo a este hombre, por lo que sus secuaces deciden perseguirla. Al final, logran matan cruelmente a la mujer, asesinando también al propio Eric. Pero su espíritu sediento de venganza le impedirá llegar al Más Allá. Guiado por un cuervo y con poderes regenerativos, clamará justicia contra aquellos que le destrozaron la vida.
El Cuervo
Después de muchos años intentando sin éxito levantar el proyecto, El Cuervo regresa al fin a los cines. Lo hace, sin embargo, con una adaptación bastante floja que se salva del desastre por un puñado de ideas innovadoras y, sobre todo, por su buena acción gore. En cualquier caso, no honra el legado de la novela gráfica ni de la película de Brandon Lee, dejando la duda de si realmente era necesaria esta nueva versión de la historia de Eric Draven.
Un eterno romance
El gran punto de partida de El Cuervo es la historia romántica de Eric y Shelly. Estos dos jóvenes caídos en desgracia luchan frente a un mundo en su contra gracias al amor que se profesan. Pero en el nuevo filme se han tomado la premisa como si fuera lo más importante de toda la trama. Así, lo que en la cinta del 94 se resumía en apenas 5 minutos y con posteriores flashbacks muy breves, ahora se ha prolongado hasta la extenuación.
Es tan largo este primer acto que dura, imperdonablemente, más de la mitad de la película. Y, francamente, es un error monumental. Como melodrama romántico, El Cuervo no es nada original, no vale de nada. Porque no es una historia hecha para conectar así con el público. Lo interesante llega después, cuando las inevitables fuerzas externas rompen el hechizo de ambos protagonistas y el dolor lleva a Eric a su resurrección maldita. Pero en esta ocasión, toda la primera parte del filme parece que fuese una precuela innecesaria y, sobre todo, muy aburrida.
Hay que esperar alrededor de una hora que se hace eterna hasta que la historia de venganza de verdad empieza. Demasiado tarde para poder sobreponerse. Porque, además de ser muy trivial y bastante vaga, Skarsgård y FKA Twigs apenas tienen química. La idea de profundizar más en su romance era, sobre el papel, muy interesante. Pero por desgracia no hay nada en El Cuervo que justifique una duración tan excesiva y de una calidad tan mediocre de esa parte de la película.
A golpe de sangre
Concluido el tedioso arranque, la cinta sube algo su nivel. Donde gana (o pierde) toda su idiosincrasia es en el cambio estético. Se aleja de aquel estilo gótico tan particular para asumir una personalidad más urbana y moderna. Eso se aprecia incluso en el diseño del propio Eric, con todos sus tatuajes y su forma de vestir. Como idea es sugerente e innovadora, aunque en la comparativa, una vez más, sale perdiendo por goleada. Lo que antes era atractivo y claramente identificable, ahora es estándar y monótono, correcto pero común, sin nada especial que la haga destacar.
Este cambio en El Cuervo llega de manera natural y orgánica al querer encontrar su principal baza, la violencia al estilo John Wick. El filme se acerca descaradamente a las nuevas producciones de acción que reinan en taquilla y plataformas desde hace ya un par de lustros. Lo hace sin miramientos y, a medida que la trama se encrudece, todo se vuelve mucho más sangriento y brutal. Aquí sí está su gran acierto. La catarsis llega con una escena en la ópera que fácilmente se sitúa entre las mejores del género de este año. Es con diferencia lo mejor del metraje.
Sin guion
A pesar de todo, es evidente que una escena de cinco minutos no salva una película de casi dos horas. Cuando no hay acción, deja de ser un pasatiempos comiquero y disfrutable para dar paso a la fuerza de un guion que a todas luces es su ingrediente más flojo. No solo el romance de la primera mitad está escrito con muy poca garra, sino que una vez que El Cuervo arranca con lo que debería ser su historia, tampoco está mucho más lúcido.
Todo es muy expositivo, hay contradicciones y fases sin pies ni cabeza... Al final, el resultado es una sucesión de escenas sueltas, cada una en un tono diferente, como si salieran de distintas manos y lo hubiesen juntado todo deprisa y corriendo. A ratos El Cuervo se olvida de su protagonista para centrarse en una organización criminal de la que no sabemos nada y tampoco nos interesa mucho. Una vez más, existen buenas ideas muy meritorias, como profundizar y expandir el lore sobrenatural de la franquicia. Pero está todo tan mal explicado y desubicado que carece de sentido, no atrapa en ningún momento.
En conclusión, por desgracia El Cuervo no ha conseguido lo que pretendía. El proyecto llevaba muchos años fraguándose e incluso se desecharon versiones previas, una de ellas con Jason Momoa. Cuando al fin la que nos ocupa recibió la luz verde, devolvió la esperanza a los fans. Pero ha resultado ser una decepción. No se puede considerar un absoluto desastre, ni mucho menos, porque hay buenas ideas y porque esa escena de acción es bárbara. Pero es aburrida, tiene poca personalidad y su mal guion lastra por completo su potencial. Queda lejísimos del material de partida y de su adaptación cinematográfica original.