Deadpool y Lobezno (Deadpool & Wolverine) está a punto de llegar a los cines con la promesa de reventar la taquilla. Marvel Studios solo tiene programada esta película en cines para todo 2024, por lo que es un todo o nada. Y las expectativas están por las nubes porque supone el regreso de Hugh Jackman como Lobezno después de Logan (2017). Además, La compra de Fox por parte de Disney ha permitido que tanto él como el Mercenario Bocazas de Ryan Reynolds den el salto desde la saga X-Men y debuten de una vez por todas en el UCM.
La excusa perfecta para que esto pueda ocurrir se encuentra en el multiverso, el concepto que Marvel está explotando desde hace ya varios años. Wade Wilson vive una plácida vida como un vendedor de coches, alejado del papel de superhéroe. Pero un día la Agencia de Variación Temporal (TVA) acude a él para encomendarle una misión. Resulta que su universo está en grave peligro. Y en su aventura para salvarlo se encontrará con una variante de Logan absolutamente deprimida y pesimista. Juntos vivirán un viaje multiversal en el que deberán enfrentarse a peligros como la temible Cassandra Nova.
Deadpool y Lobezno
El esperado regreso de Ryan Reynolds como Deadpool y de Hugh Jackman como Lobezno llega cargado de adrenalina, sangre, cameos y mucho humor. Shawn Levy equilibra todas sus piezas, saca lo mejor de sus carismáticos protagonistas y ofrece a los fans un festival épico y divertidísimo en el que no da tiempo a aburrirse. Se trata, con mucha diferencia, de una de las mejores películas de Marvel de los últimos años.
A carcajada limpia
Deadpool debutó en el cine en 2016. En realidad, Reynolds dio vida a otra variante del personaje mucho más denostada en X-Men orígenes: Lobezno (2009). Pero esta versión aterrizó en la gran pantalla hace ocho años y revitalizó por completo el cine de superhéroes. Su humor gamberro y muy negro fue seña de identidad. Y su brutal y sangrienta violencia hizo las delicias de los fans. En 2018, regresó una segunda vez con idéntico resultado. Pero la llegada de Disney había puesto a los fans totalmente en guardia de cara a Deadpool y Lobezno.
Muchos estaban preocupados por si la Casa del Ratón permitiría que el histrionismo de Deadpool se hiciera hueco en el UCM. La saga ha sido hasta ahora para toda la familia. Y la comedia negra del personaje es particularmente ofensiva. Por fortuna, ya podemos confirmar que todo sigue como siempre. Disney no le ha cortado las alas en ningún momento y ha dejado que Deadpool y Lobezno cuente con los chistes más burdos e impactantes posibles.
El filme se ríe de todo. No hay miedo a burlarse de la propia Disney, sus franquicias y su afán capitalista de sacar rédito económico de cualquier cosa. Tampoco de la extinta Fox y su aún fresco cadáver. Y, por supuesto, hay infinidad de comentarios hirientes sobre Marvel, Kevin Feige y todo lo que rodea a la franquicia de superhéroes. Pero es que, amén de los incesantes chistes meta y autorrefereciales, Deadpool y Lobezno también tiene una ristra enorme de escenas de comedia dentro de la propia historia de la película.
Desde el humor físico del slapstick hasta el ingenio posmoderno, pasando por los chistes facilones, absurdos y siempre efectivos que perfectamente haría un niño de cinco años. La facilidad de Ryan Reynolds para provocar la carcajada es algo inédito que, sin lugar a dudas, resucita al UCM en uno de sus puntos más bajos. La cinta es muchas cosas, pero por encima de todas ellas es divertidísima. Casi todo el humor entra limpio sin, eso sí, ser cargante de más. El tempo está muy bien medido y es por eso por lo que Deadpool y Lobezno funciona como un reloj.
Entre sangre y cameos
Por supuesto, además de las risas, Deadpool y Lobezno no sería una película del Mercenario Bocazas sin la violencia más bestia y gratuita que el cine de superhéroes permite ver. Hay enormes dosis de acción muy explícita y sangrienta repartidas a lo largo de todo el metraje. Coreografías idílicas para los amantes del género, siguiendo la estela marcada por John Wick hace ya varios años.
Cada golpe que se ve en pantalla duele más que el anterior, convirtiéndose en conjunto en un verdadero divertimento. Todo eso ya estaba en las dos anteriores entregas. Pero lo que hace diferente a Deadpool y Lobezno es la escala. Lo que está en juego es mucho más grande. Y los involucrados también. Porque ver a Hugh Jackman repartiendo estopa con sus legendarias garras y dando berridos totalmente entregado y enajenado es el sueño húmedo de todo fan de los X-Men y de Marvel en general.
A este respecto, hay que señalar que Deadpool y Lobezno ha sabido convertirse en el homenaje perfecto. Durante meses han circulado por internet los rumores y presuntas filtraciones que básicamente han abarcado a todos los personajes posibles. Por fortuna, desde Marvel se anticiparon a eso y han confirmado que incluso llevaron al set a personas que luego no aparecen para provocar filtraciones falsas. Gracias a esto, la sensación de tensión por ver quién será el siguiente se mantiene fresca.
Las sorpresas son muy numerosas y van a provocar sentidas reacciones en los espectadores. Cuando acaba es imposible no sentir nostalgia por todo lo que ha sido el cine de superhéroes en las últimas décadas. El filme ha sabido jugar con el legado que arrastra a la perfección. El gran problema aquí es toda la tarea previa que hay que hacer para entender las innumerables referencias. Deadpool y Lobezno está hecha para los mayores fanáticos del género. La intención es clara y loable, aunque por el camino se deja atrás a quien sea menos habitual, pues se perderá muchas cosas.
La extraña pareja
Por supuesto, lo que brilla por encima de todo es la posibilidad de ver a Deadpool y Lobezno interactuar tanto tiempo después. Jackman anunció que dejaba definitivamente el papel tras Logan tan solo unos días antes de ver la primera cinta del Mercenario Bocazas. Desde ese momento, entre ambos le dieron vueltas a la posibilidad de su retorno juntos. Y encontraron la manera en forma de buddy movie de tintes épicos. Dos personajes traumados que se complementan a la perfección para sacar lo mejor -y lo peor- de sí mismos.
Un concepto básico y manido que, sin embargo, está muy bien trabajado en el proyecto. Se trata de dos de los personajes más carismáticos y queridos de todo Marvel así que era difícil que juntos no multiplicaran sus virtudes. A eso hay que sumar la innegable química entre Jackman y Reynolds. Los dos han nacido para interpretar sus respectivos papeles, pero es que encima son amigos y se dan la réplica a la perfección.
Por desgracia, quien menos destaca es Emma Corrin como Cassandra Nova. La villana, por fin, da verdadera sensación de terror y pánico. Muy pronto hace gala de sus inmensos y temibles poderes y el público comprende la gran amenaza que supone. La buena interpretación de Corrin ayuda también a amplificar ese pavor. Pero está muy desaprovechada y, al terminar la cinta, da la sensación de que debían haberla explotado bastante más. En un guion bastante bien equilibrado, es la parte que más cojea.
En resumen, Deadpool y Lobezno es el festival que Marvel necesitaba. Una aventura cargadísima de humor, cameos y violencia exagerada que triunfa como la experiencia épica y abrumadora que los fans pedían y merecían. Ryan Reynolds y Hugh Jackman están en estado de gracia y verles juntos es una delicia. Una película para pasarlo en grande y que ojalá sirva para devolver al UCM a la senda de la que no se debió salir.