Mi salón está triste. Y no es una exageración. Desde que hace unas semanas retiraran la Samsung S95D del mueble principal, no ha pasado ni un solo día en el que no la haya echado de menos. Y no porque la TV que ahora ocupa ese lugar sea ni mucho menos de baja calidad. La clave, más bien, reside en lo excelsa que ha resultado ser su antecesora.
La Samsung S95D es, para el que no lo sepa, una de las TVs de referencia en el catálogo de la marca. Está disponible en varios tamaños: 55, 77 y, la que he probado en esta ocasión, 65 pulgadas –una de las diagonales más populares en el mercado español–. Todas ellas cuentan con resolución 4K, tecnología QD-OLED, una prometedora capa antirreflectante, el chip NQ4 AI Gen 2 y Tizen OS, entre otras muchas bondades.
Pero, ¿qué de todo eso que ofrece esta televisión ha hecho que la eche tanto de menos en mi salón tras haberla disfrutado durante tres meses? ¿Es la TV más perfecta de 2024? ¿Deberías comprarla para tu salón –siempre que esté dentro de tu rango de precios–?
Diseño y conectividad: sin grandes novedades por fuera, pero tremendamente efectiva
Por fuera, la S95D de Samsung apenas presenta diferencias respecto a otras televisiones de la compañía. El modelo que he podido probar cuenta con una (bastante pesada) peana central que mantiene en buen equilibrio el televisor a la par que permite instalarlo en muebles más pequeños que el propio panel –una decisión cuestionable estéticamente, pero inevitable en muchos hogares–.
El cuerpo es muy delgado, al igual que los marcos que rodean el panel. Esto, no obstante, no resulta una sorpresa, pues muchas de las TVs premium lanzadas en los últimos años tienen cotas similares.
Para adelgazar tanto el chasis, Samsung ha recurrido a un habitual en sus televisiones: el concentrador Slim One Connect. Esta inteligente solución agrupa todas las conexiones de la televisión en un módulo independiente con una textura cepillada que luce a la altura del precio de esta TV y se puede dejar sobre la superficie, almacenar en el interior de un mueble o situar tras la peana de la televisión. El beneficio de este sistema es doble:
- En caso de colgar la TV, no tendremos una hilera de diferentes cables recorriendo la pared hasta el mueble inferior en el que se encuentran el resto de dispositivos (consola, puerto de antena, barra de sonido, etc.). Solo tendremos que preocuparnos de un único cable que conecta la S95D con el concentrador. Luego, de este saldrán todas las conexiones hacia el resto de equipos que se deseen conectar.
- En caso de usar la TV sobre un mueble, puedes ocultar el módulo en el interior del mismo y que solo un cable salga al exterior hacia la pantalla, quedando todo lo demás mucho más recogido y fuera del alcance visual.
La compañía también acompaña este modelo de su conocido mando con paneles solares, el cual se recarga automáticamente con la luz ambiental (natural o artificial) y prescinde de pilas, lo cual es una solución sencilla, pero extraordinaria. Además, en caso de ser necesario, siempre está la opción de conectar el mando a cualquier cargador USB-C. Una idea acertadísima, la verdad.
El mando en sí es bastante minimalista en cuanto a diseño y botones, lo cual es de elogiar desde el punto de vista estético, pero quizá no necesariamente desde el funcional. Todo lo básico es bastante fácil de ejecutar (cambiar de canal, subir el volumen, etc.), pero, en cuanto intentas ir un poco más allá –como cambiar de HDMI, por ejemplo–, has de pararte a pensar y dar más pasos de lo habitual.
¿Descartaría la TV por esto? En absoluto. Tras unas semanas, te acostumbras. ¿Es el mando más intuitivo del mundo? Tampoco. Sinceramente, ese galardón se lo entregaría a los Magic Control de LG, que además ofrecen la opción de controlar la interfaz mediante un cursor y el movimiento de la muñeca –lo cual, dada la creciente complejidad de las aplicaciones para TVs, resulta de gran utilidad, pues permite desplazarse entre los diferentes elementos de la interfaz sin hacer clic 20 veces en los botones de dirección para llegar al extremo opuesto–.
En lo que respecta a conectividad, la Samsung S95D llega con todos los últimos estándares. Los cuatro HDMI tienen la especificación 2.1 –lo cual es todo un acierto de cara a la conexión de dispositivos avanzados como una PS5–, es compatible con el sistema eARC, cuenta con puertos USB e incorpora una salida de audio digital, Bluetooth 5.2 y un conector RJ45. Mi único asterisco en este ámbito es que "solo" tenga Wi-Fi 5. Nuevamente, no es un factor por el que descartaría este modelo, pero sí considero que, dada la gama a la que pertenece, dicho estándar debería estar presente. Sobre todo, con vista a futuro.
La calidad de imagen de la Samsung S95D es soberbia, pero seguimos sin Dolby Vision
La principal razón –aunque no la única– por la que decía al inicio de este texto que echo bastante de menos la Samsung S95D es, sin duda, su calidad de imagen, que es lo más importante en un producto como este. En una TV moderna, esto depende, principalmente, de tres factores: el tratamiento que hacen los diferentes chips y algoritmos de las señales de imagen, la calidad intrínseca del propio panel y la compatibilidad con los formatos.
En lo que respecta al panel, Samsung ha optado por uno con tecnología QD-OLED. Porque sí, ahora la marca hace televisiones con esta tecnología. Atrás quedan los años en los que solo apostaba por el LED –en diferentes variantes– para las TVs mientras reinaba en el OLED para dispositivos móviles. Desde hace relativamente poco, Samsung también es sinónimo de OLED. Y eso es una noticia extraordinaria para el sector.
Ahora bien: que sea OLED no equivale ipso-facto a un panel excelente. Pero, en el caso de la S95D de Samsung, ambas cosas van de la mano. La calidad de esta televisión es formidable en todos los sentidos. La calibración es muy buena para ser de fábrica, el panel es bastante uniforme a lo largo de toda la superficie –al menos la unidad que pude probar–, el reescalado de las señales de menor resolución funciona sorprendentemente bien, la tecnología OLED permite un tanto un negro absoluto como un contraste extraordinario sin blooming… De verdad, he quedado gratamente sorprendido. No exagero al afirmar que esta es, sin duda, una de las mejores TVs que existen ahora mismo en el mercado.
Samsung, además, ha dotado a esta S95D de un nivel de brillo altísimo. Prometen 3.000 nits, cifra que obviamente no se corresponde con la realidad fuera del laboratorio –algo que suele pasar a menudo en el sector de las pantallas–. No obstante, aunque no llegue a ese punto, el nivel que alcanza es espectacular para una TV OLED: entre 1.500 y 1.600 de pico al reproducir contenidos en HDR. Este dato, sumado al contraste infinito del OLED, hace que la experiencia sea espectacular cuando el contenido en HDR se presta.
Eso sí: en el campo del HDR es inevitable darle un tirón de orejas a Samsung, que se niega a incorporar el estándar Dolby Vision en sus televisiones. Sí, soporta HDR10+ y HLG, pero, en 2024, Dolby Vision tiene cada vez más peso. Y que una TV de esta categoría no lo soporte es casi un delito.
Lo que sí soporta, cómo no, es el audio Dolby Atmos a través de DD+, que es el estándar más utilizado en la actualidad, aunque con la configuración correcta y los dispositivos externos necesarios se puede llegar a reproducir contenidos Dolby Atmos en TrueHD (sin pérdida).
La TV, como cabe de esperar, cuenta también con unos altavoces internos de cierta calidad. Concretamente, con un sistema 4.2.2 de 70 W de potencia que, junto con los algoritmos de la propia televisión, hace un buen trabajo –considerando siempre que se trata en todo momento de unos altavoces integrados, no de una barra de sonido o un sistema completo de altavoces + subwoofer–.
En el apartado gaming, la experiencia es también fascinante. No solo por la calidad de imagen que el panel ofrece en sí; también por los bajos niveles de latencia y el soporte de tecnologías como VRR, ALLM o los 144 Hz. Es, al igual que en la reproducción de series o películas, uno de los mejores televisores que puedes poner en tu salón con el gaming en el horizonte.
Y para finalizar este apartado, me gustaría hacer mención especial a la capa antireflectante que Samsung ha montado en la S95D. Es una killer feature. Sin exagerar. Por la disposición de mi salón, la TV queda prácticamente pegada a un enorme ventanal por el que entra bastante luz durante el día. No os podéis ni imaginar la diferencia que hace esta lámina. Con otras TVs, es inevitable tener que correr las cortinas o incluso bajar las persianas parcialmente para poder disfrutar de la mejor calidad de imagen posible. Con la S95D, no. Resulta difícil transmitir con palabras lo determinante que ha resultado ser esto durante las semanas que he estado probando la TV.
El software, su asignatura pendiente
La Samsung S95D llega, como el resto del catálogo de la marca, con Tizen OS. Un sistema operativo muy eficaz desde lo funcional –repleto de opciones–, pero con dos problemas: una estructura un poco caótica y un exceso de bloatware.
La mejor forma de ejemplificar esto es con Xbox Game Pass. No me interesa ver un logo de Forza Horizon en mi pantalla de inicio cuando ni tengo Xbox Game Pass ni me interesa contratarlo. Y tampoco quiero ver una fila con recomendaciones del servicio de TV de Samsung que apenas he abierto una vez.
Por otra parte, la estructura de los menús, las diferentes secciones y ciertas dinámicas de comportamiento resultan algo más complejas de lo que me gustaría. Tanto en la pantalla de inicio como en los menús de configuración. Lo básico –abrir Netflix– lo puedes hacer rápido y fácil. Pero cuando buceas más allá es cuando la cosa se complica. Algo que debería ser muy simple de encontrar o hacer, de repente, tiene una curva de aprendizaje o requiere demasiados pasos.
Desafortunadamente, esto no es algo exclusivo de Samsung. Cada vez más marcas están cayendo en estas prácticas de bloatware y complejidad en sus interfaces. Y, por mucho que lo enunciemos, me temo que es una batalla perdida. Por suerte, no es lo más importante en un producto como este. Y, si te importa mucho, siempre puedes conectar un dispositivo externo –como un Apple TV– y disfrutar de una interfaz mucho más amena.
Dicho esto, no todo es negativo en el sistema operativo TizenOS de la S95D. Tres cosas me han sorprendido para bien. Una es la cantidad de pequeñas funciones útiles que incorpora –como la posibilidad de disfrutar de dos streams de vídeo a la vez en pantalla partida–. La segunda es lo rápido que funciona todo –nada que ver con algunas TVs de la competencia, cuyo sistema se arrastra desde el arranque inicial–. Y, por último, la gran integración con el ecosistema de Samsung. Tengo algunos electrodomésticos de la marca en el hogar y poder controlarlos con todo lujo de detalles desde la TV es algo que no sabes que necesitas, hasta que lo tienes. Un ejemplo sencillo: recibir avisos sobre tu lavadora o el horno en la TV y poder actuar al respecto sin tener que levantarte del sofá es un placer del futuro, traído al presente.
Samsung S95D: nuestra opinión
Como mencionaba al inicio de esta reseña, no ha pasado ni un solo día que no haya echado de menos la Samsung S95D en el salón de mi casa. Y eso no suelo decirlo frecuentemente de un producto. Como cualquier televisión, tiene sus imperfecciones. Pero estas no eclipsan en absoluto eclipsan todo lo positivo que trae bajo el brazo.
Lo más importante en una TV es la calidad de imagen que esta proporciona, y ahí Samsung ha hecho un trabajo extraordinario con este panel OLED. No importa qué hagas con ella: contenido SDR, HDR, gaming, 4K nativo, 4K reescalado… La experiencia es fantástica en todo momento.
También ha sido una enorme sorpresa el gran impacto de la capa antireflectante, una de las novedades más importantes de esta generación y que, tras haberla probado, espero poder encontrar en muchos más modelos futuros, porque, honestamente, supone un antes y un después. Sobre todo para aquellos que tenemos focos de luz cercanos a la TV.
El diseño, por otra parte, cumple con lo esperado para su gama. Y lo mismo se puede decir en el ámbito de la conectividad. Además, la marca ha incorporado algunas ideas propias –como el mando con placa solar o el concentrador independiente de puertos– que, un año más, son aciertos rotundos.
Los dos únicos asteriscos que le pondría a esta TV son los que han quedado patentes a lo largo de la reseña: la ausencia de Dolby Vision –un error considerando que cada vez más apuestan por este estándar– y el sistema operativo TizenOS. Esto último, eso sí, es algo que criticaría de prácticamente cualquier televisión, pues, como decía, casi todas las marcas están cayendo en mayor o menor medida en las mismas prácticas. Por lo tanto, en relación a su competencia, no es algo que le sitúe en desventaja, sino algo que, simplemente, espero que cambie en el futuro.
Por lo tanto, con toda esta información sobre la mesa: ¿merece la pena comprar la Samsung S95D para dominar el salón de tu casa? La respuesta es un sí rotundo. Junto con las OLED de Sony, son, probablemente, las mejores TVs que puedes instalar en tu hogar. Sin más.