“La noche es oscura y alberga horrores”. Si lo decía Melisandre, por algo será. Pero, dejando a un lado la referencia a Juego de Tronos, sigue siendo bastante cierto. ¿Quién no se ha despertado alguna vez en mitad de la noche con ansiedad o una gran preocupación por un tema que a la luz del día pasó a parecer mucho más trivial? Esto, en realidad, es una mala pasada de nuestro cerebro, que no está preparado para estar activo después de la medianoche. Estar despiertos de madrugada puede jugarnos malas pasadas.
El problema es que no solo nos despertamos preocupados. También se ha visto que los casos de autolesiones y suicidios son más abundantes entre la medianoche y las 6 de la mañana. Además, si estamos despiertos de madrugada es más probable que caigamos en malos hábitos como los atracones de comida o el tabaco.
Todo esto parece un gran fastidio y sin duda lo es. Sin embargo, la ciencia apunta a que tiene beneficios evolutivos. En el pasado, estar despiertos de madrugada podría costarnos la vida, así que lo mejor era que estuviésemos bien atentos a los peligros que acechaban. Veamos qué quiere decir eso exactamente.
Un beneficio para nuestros antepasados cazadores
Antes de abandonar la vida nómada para instalar poblaciones sedentarias, los humanos vivían generalmente de la caza y la recolección. Ambas son tareas que se realizaban mucho mejor durante el día. Eso dejaba la noche para descansar. Igual que ahora. El problema es que precisamente por eso nuestros antepasados eran mucho más vulnerables después de la medianoche. Podían convertirse en las presas de algún depredador.
Esto se evitó hasta cierto punto gracias a la evolución. Poco a poco se fue seleccionando la capacidad de nuestro cerebro para estar atento especialmente a los estímulos negativos durante las horas nocturnas. Así, si algún depredador intentaba atacar durante la noche, estarían alerta, mientras que un ruido más inocuo no causaría esa necesidad de atención.
Hoy en día ya no somos ni cazadores ni cazados. Al menos no normalmente. Sin embargo, nuestro cerebro aún conserva esa capacidad de centrarse en los estímulos negativos si estamos despiertos de madrugada. Unos estímulos que pueden ir desde la rumiación de esos problemas banales del día a día hasta la necesidad de fumar, pasando por pensamientos mucho más terribles como los que hemos mencionado al principio.
Si estamos despiertos de madrugada, nuestros ritmos circadianos lloran
Muchas de las funciones fisiológicas de nuestro organismo siguen patrones regulares de 24 horas, regidos por algo conocido como ritmos circadianos. El ejemplo más conocido es el del sueño.
Cuando nuestro cerebro detecta la luz que entra a través de la retina interpreta que es de día y que, por lo tanto, debemos estar despiertos. Por eso, pone en marcha varios mecanismos, como la inhibición de la secreción de melatonina. Esta es una hormona que nos ayuda a conciliar el sueño, de modo que al disminuir su secreción estaremos más activos. En cambio, cuando el cerebro ya no recibe tanta luz, se interpreta que ha llegado la noche y que debemos irnos a dormir. Como respuesta, empiezan a liberarse grandes cantidades de melatonina.
Si nos ceñimos a esos ritmos circadianos, que estemos despiertos de madrugada no es natural. Es cierto que muchas personas tienen trabajos en turno de noche y no tienen más remedio. Otras consideran que tienen “personalidad de búho” y que, al contrario que las “alondras”, desempeñan mejor sus tareas durante el día. En muchos casos su cuerpo se habitúa e incluso se generan nuevos patrones. Pero la realidad es que esto no es lo normal.
Si no dormimos cuando procede estaremos más cansados e irritables durante el día. A la larga podemos desarrollar problemas de salud. Y, por si fuese poco, potenciaremos esos pensamientos intrusivos nocturnos.
Por eso, si tienes la posibilidad, intenta no pasar muchas horas despierto después de las 12. Piensa la que se lía en Juego de Tronos cada vez que cae la noche y hazle caso a Melisandre.