Los Anillos de Poder deja claro de inmediato que el mundo que mostrará es por completo nuevo al del Señor de los Anillos. Las primeras grandes secuencias de la serie, que recorren la Tierra Media en toda su plenitud, deslumbran. No se trata solo de la belleza de paisajes reales, sino del uso de todo tipo de recursos visuales que originan una experiencia que sorprende. También se relaciona con la habilidad con la que el argumento utiliza sus primeras imágenes para sugerir algo específico. Hay un mundo nuevo que recorrer. Uno que supera en imaginación y detalles al construido por Peter Jackson en su ya clásica trilogía. 

Lo hace gracias a la forma en la que la serie de Prime Video retrata el imaginario de J.R.R. Tolkien. Elaborado con toda la intención de emocionar a los fans de uno de los pilares de la literatura fantástica contemporánea. La Tierra Media de los showrunners Patrick McKay y J.D. Payne es mucho más precisa a las descripciones de los textos originales. Pensada para apartarse por completo de la visión naturalista de Jackson. 

En esta ocasión, el argumento de Los anillos de Poder acentúa la necesidad de narrar a través de la realidad física de la célebre obra en que se basa. De edificar ciudades con una arquitectura que propone su existencia en un plano y tiempo por completo distinto. Varios de los escenarios más emblemáticos de la mitología de Tolkien emergen de las páginas de la que provienen desde su toda su majestuosa belleza. Prime Video —con recursos tecnológicos y financieros considerables— sostiene un mundo nuevo. A todos los extremos y en cada posibilidad que la historia que cuenta ofrece. 

Los Anillos de Poder

El primer recorrido por la Tierra Media deja claro la envergadura de la serie, lo que propone y hasta dónde llegará en su propuesta. Esta es una historia que abarca a todas las de Tolkien - o lo intenta- y también, un origen común a las que se mostraron hasta el momento. Como si se tratara de una mirada a un pasado glorioso, Amazon Prime Video logró marcar un antes y un después a la obra de Jackson. Un paso hacia un lugar innovador que otorga una sorpresiva personalidad a la serie.

Puntuación: 4 de 5.

Los Anillos de Poder es un nuevo recorrido a un universo alucinante

Peter Jackson utilizó paisajes atemporales para crear una geografía que, hasta entonces, únicamente se describió al detalle en los clásicos libros. También recreó lo mejor que pudo, y con la tecnología a su disposición, los parajes emblemáticos de la Tercera Edad. Una época en que seres humanos y todo tipo de razas fantásticas tenían una estrecha y singular relación. Logró un paisaje extraordinario, pero que se sostuvo sobre tomas al aire libre y la reconstrucción de fragmentos de algo más amplio. 

Los Anillos de Poder hace justo lo contrario y se adentra en la Tierra Media como espacio realista y reconocible. No recurre al truco de montañas o valles verdes que pudiera desconcertar en su belleza. Construye lo descrito por Tolkien punto a punto y ese es, quizás, su mayor logro. Al mismo tiempo, retrocede miles de años atrás —y la serie lo deja claro de inmediato— por lo que el ámbito visual y estético cambia. Un riesgo que evita la comparación con la obra previa. 

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La dirección de J. A. Bayona —quien está al frente tanto del primero como el segundo capítulo— hace énfasis en esto último. La reproducción de la obra de Tolkien es completa y cuidadosa en lo esencial, un concepto visual novedoso que se desmarca de paralelismos. La serie producida por Amazon tiene poca relación con la trilogía cinematográfica y la diferencia se marca en cómo recrear la mitología conocida en pequeños detalles.

Lo hace desde los cielos amplios, de un azul añil purísimo, hasta el cúmulo de estrellas radiantes de una noche de aspecto primitivo. Las Montañas Nubladas y bosques élficos se recorren con el sentido de un territorio intocado por el hombre. Incluso el Reino de Númenor, ya mostrado en la pantalla grande, tiene un aspecto renovado y poderoso. 

El primer recorrido por la Tierra Media deja clara la envergadura de la serie, lo que propone y hasta donde llegará en su propuesta. Esta es una historia que abarca a todas las de Tolkien —o lo intentará—,  y también un origen común a las que se mostraron hasta el momento. Como si se tratara de una mirada a un pasado glorioso, la producción logró marcar un antes a la obra de Jackson. Un paso hacia un lugar novedoso que otorga una sorpresiva personalidad a la serie. 

Es entonces cuando la trama comienza su recorrido por el argumento que es, quizás, lo más complicado que debe mostrar. El relato de la Segunda Edad parte desde nuevos personajes y parajes que la obra original solo remite en forma de poemas o fragmentos. Todo cobra vida en la serie y la aparta de cualquier otra narración que se haya hecho del universo del Tolkien. 

Los Anillos de Poder es una nueva dimensión de la obra de Tolkien

Los Anillos de Poder no es una obra adaptada, es una aventura ambientada en la Tierra Media propuesta por la serie. Quizás, por eso, la primera mirada a Galadriel (Morfydd Clark) sea la de su dolor. 

Algo que nunca habíamos visto antes con este personaje. La versión interpretada por Cate Blanchett en la obra de Jackson se encontraba en una plenitud reposada. Pero ahora es joven, y no solamente en apariencia.

Como en el poema La balada de Leithian, la elfa perdió a su hermano Finrod Felagund (Will Fletcher). Por lo que al solo mostrar el duelo de Galadriel, el argumento logra contar un hecho mayor que marcará la serie en adelante. Se trató de un acontecimiento trascendental en el que el guerrero se enfrentó a Sauron y perdió. El guion analiza lo ocurrido desde el punto de vista de Galadriel, convertida en su deudo. También, en la responsabilidad que toma como propia. La lucha contra la oscuridad no ha terminado y de hecho, la caída del héroe anuncia que el peligro es más cercano que nunca. 

El guion toma entonces las primeras grandes salvedades sobre la obra de Tolkien. Galadriel se encuentra a una considerable distancia de la criatura descrita en los libros. El sufrimiento la hirió de “manera total”, según sus palabras, y la dejó a merced de una angustia contenida que se expresa en pequeños gestos. 

Mientras honra la memoria del hermano muerto, toma una decisión. La gesta contra las penumbras del mundo no quedará incompleta. Desde el primer capítulo, la serie deja claro que el argumento tomará el mismo sentido del deber irrevocable que El Señor de los Anillos. 

Para eso, la elfa necesitará compañeros y romper la natural desconfianza entre las razas de la Tierra Media. Al mismo tiempo, comprender cuál es su lugar en un mundo que cambia bajo su mirada. Que, además, la convierte en protagonista circunstancial de un evento mayor.

Nuevos rostros de un mundo conocido

Galadriel es un nombre familiar para los fans de la obra de Tolkien. Pero lo que es por totalmente nuevo es su afán de aventura, justicia y capacidad de liderazgo. Para los guionistas, parece de especial importancia dejar claro que la elfa es la cabeza visible de una resistencia contra el mal. 

Una activa que la aleja de bosques y magia. La motivan valores que la vinculan al sentido de su responsabilidad con el mundo que asumió como suyo. Esta heroína en armadura y que conoce de cerca el rostro del miedo, está muy lejos de criatura contemplativa del mundo literario. El primer gran cambio en la serie. 

Pero no es el único. Una de las peculiaridades de la producción, es puntualizar que sus razas y conflictos que le rodean, están basadas en la emoción. Lo que aleja al argumento, del sentido simbólico dado por Tolkien a la mayoría de sus personajes. De hecho, la serie envuelve a sus figuras más importantes de un universo lleno de una minuciosa puesta en escena. 

La producción demuestra, una y otra vez, hasta qué punto el equipo artístico de la serie intentó plasmar la antropología de la Tierra Media. Desde atuendos, joyas, muebles, casas, calles y armas hasta los largos planos que muestran a un mundo joven y sin duda, más frágil. Los anillos de poder es consciente de que engloba mitos propios, leyendas que se vincula al guion y lo hace con más cuidado de lo esperado.

Galadriel, los anillos de poder

Pero no brinda la misma profundidad a las personalidades de sus figuras más destacadas. Desde el elfo guerrero Arondir (Ismael Cruz Córdova) un renegado en busca de un lugar, hasta Elrond (Robert Aramayo). Hay un elemento apresurado en la forma de narrar sus conflictos. En especial, cuando la necesidad de profundizar en ellos debería ser algo más que sus grandes rasgos heroicos.

Los Anillos de Poder está más preocupada en presentar con rapidez a todos los que conformarán este amplio mundo. En mostrar los mares que atravesarán y las montañas inhóspitas en que se jugarán la vida. O al contrario, en sus proezas previas y que solo se tocan de forma rápida y sin mayores detalles. 

Uno de los altibajos de argumentos del programa, es justamente la lista interminable de personajes que se muestran. El argumento deja claro que para vencer lo que sea que se aproxima, se requerirá de unión. De sobrepasar las líneas que separan a todas las criaturas que habitan un mismo mundo. Pero la impaciencia por plantear el tema, a menudo acelera el ritmo hasta que solo se trata de una mirada borrosa a personajes olvidables. 

El mal regresa a la Tierra Media

Sauron es de nuevo la gran amenaza. No obstante, si en la Tercera Edad era una criatura a plenitud de capacidades, en Los Anillos de Poder es una presencia latente y espectral. Y no por eso, menos peligrosa. Es una que cambia de formas, que poco a poco va tomando un lugar en la realidad física que le rodea. La gran diferencia es que, además, tiene un propósito más refinado que el afán de conquista. La versión del mal en la serie de Prime Video conoce el corazón de los hombres y sus debilidades. Al mismo tiempo, como luchar contra ellos con sus propias armas. 

La trilogía cinematográfica mostró a un villano en busca de una herramienta total de dominación. La producción de Prime Video pondera acerca del control desde espacios más sutiles, como la codicia. ¿Qué pueden aspirar hombres que dominan el mar y llevan sangre élfica en las venas? La producción intenta llevar la historia a puntos conocidos para los lectores de Tolkien. La avaricia y el miedo como alimento de la oscuridad. En especial, al plantear a los anillos titulares son reflejo de la tentación que toda criatura en la Tierra Media puede experimentar. Pero al menos, de momento, no logra que sea comprensible ni del todo claro, el objetivo que unirá a todo un mundo en una causa común. 

El guion, que tiene poco que agregar a lo dicho sobre los peligrosos objetos mágicos en trilogía de Jackson, se hace preguntas más elaborada. A la vez, toca terrenos inexplorados que solo insinúa y no responde de inmediato. ¿Qué piensa Sauron como entidad? ¿Quién es más allá de su naturaleza sobrenatural y pérfida? ¿Qué anima su insistente afán de conquista? 

El mundo de Tolkien se reinventa a través de nuevas disyuntivas acerca del poder y cómo se disputan estas. En especial, la desconfianza entre hombres y elfos es una cuestión que, desde el primer momento, se hace de enorme importancia. ¿A qué estarían dispuestos los hombres de Númenor para alcanzar una vieja ambición humana? ¿Qué tanto provecho puede sacar Sauron de esa codicia? De entrada, Los Anillos de Poder anuncia un enfrentamiento que desencadenará un cataclismo. 

Una travesía que comienza en la luz para terminar en la oscuridad

El señor de los anillos: los anillos de poder

En la incapacidad de mostrar los hechos narrados por el libro El Silmarillion, Los Anillos de poder explora con cuidado a Sauron como una amenaza total. Podría estar en todas partes, ser una voz que susurra o un espíritu capaz de poseer. Pero su historia a cuestas es un misterio, frases que se insinúan en el Reino de los elfos o que Galandriel explica con furia. Y es quizás esa abstracción la que afecta la solidez de la trama. Para su segundo episodio, en la que la elfa guerrera comienza su búsqueda de respuestas sobre su enemigo, es evidente los espacios vacíos de argumento. Y el problema narrativo que pueden engendrar. 

Los Anillos de Poder es todavía territorio desconocido, con un nivel de producción y trabajo visual pocas veces visto en la televisión. Desde los bosques élficos hasta las grandes construcciones descritas en los libros en los cuales se basa. El sentido de lo majestuoso está en todas partes. Es, además, una percepción formidable acerca del sentido de la realidad de la Tierra Media como un lugar. Pero falla a medias en llevar esa envergadura a la narración. La disparidad crea un desequilibrio casi inevitable que podría ser su mayor problema.

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Por ahora, es evidente que el objetivo del programa es sostener un universo completo que se extenderá con cuidado. Lo hará, al margen de cualquier otro visto en la fantasía televisiva o cinematográfica. Pero se echa de menos la densidad, emocional y metafórica de Tolkien. Una comparación inevitable que podría convertirse en la mayor grieta en la estructura de la producción.