Todos los ejércitos se caracterizan por darle prioridad al colectivo sobre el individuo. Se supone que garantizar la armonía grupal es esencial a la hora de trabajar juntos para someter al enemigo. A través de una brutal disciplina, se intenta construir una unidad que pueda marchar ordenadamente hacia el campo de batalla. Por eso es que los actos insubordinación o rebeldía son severamente castigados, aunque no siempre. Si tu nombre es Jake McNiece y resultas ser uno de los soldados más competentes que han existido, tus superiores harán la vista gorda a todas tus excentricidades.
Jake McNiece nació en Oklahoma en 1919. Le tocó crecer durante la Gran Depresión, junto a sus nueve hermanos. Desde pequeño se vio forzado tanto a cazar y pescar para alimentar a su familia, como a tener que conseguir trabajo a tiempo completo a partir de los diez años de edad. Trabajó sin parar hasta graduarse de la secundaria. Estaba trabajando de bombero cuando ocurrió el ataque a Pearl Harbor, ahora su país estaba en guerra. Jake estaba exento de ser reclutado por desempeñarse en una profesión esencial, pero el estadounidense se enlistó en el ejército de todas maneras. Ese sería el comienzo de la pesadilla para sus oficiales superiores.
Por alguna razón, McNiece ya sabía exactamente qué era lo que quería hacer en el ejército. Deseaba convertirse en paracaidista y experto en demoliciones. Le atraía la idea de volar más allá de las líneas enemigas con un par de camaradas y muchas bombas, para así sabotear los puentes, sistema eléctrico, entrega de suministros, todos los recursos que el enemigo pudiera aprovechar. A los 22 años comenzó a entrenar para ese propósito y al poco tiempo logró sorprender a todos con sus habilidades para el combate.
Un rebelde talentoso
La razón por la que Jake McNiece es considerado un antihéroe se debe a que era un sujeto extremadamente inteligente y competente, quien al mismo tiempo ignoraba todas las reglas, optando por hacer las cosas a su manera en cada oportunidad. En su primera semana en el ejército golpeó a un sargento encargado de la alimentación, porque este se rehusaba a darle mantequilla para su pan. Esta sería la primera insubordinación que el ejército ignoraría, ya que como McNiece optaba por el rol de paracaidista de demoliciones, uno de los más peligrosos, sus superiores sabían que un rebelde talentoso era exactamente la persona capaz de destacarse en una posición así.
Se ganaría su estatus de leyenda desde el momento que comenzó a entrenar. Durante su primer curso de demolición se las arregló para romper el record de velocidad. Cuando el instructor lo felicitó, Jake le dijo: "Si crees que eso es sorprendente, deberías ver de lo que soy capaz cuando recibo algo de mantequilla de vez en cuando". Sus logros le otorgaban suficiente estatus como para ignorar por completo la disciplina militar. Se rehusaba a referirse a cada oficial como "señor", preferiendo usar apodos. Tampoco ofrecía el saludo militar en señal de respeto, a menos que lo recibiera primero. Y a veces tenía dificultades para mantenerse sobrio. Lo que sería impensable para cualquier otro soldado a él se lo permitían, pero aquello también significó que él sería el único en no ser ascendido de rango, honor que venía con un aumento de sueldo.
El ejército había decidido tolerar las excentricidades de Jake, pero para evitar el efecto de la manzana podrida decidieron aislarlo en su propio pelotón. Usarían esa unidad como una canasta en la cual depositar a los demás rebeldes talentosos que encontraran. Con el tiempo, el protagonista de esta historia tenía a otros cuatro dementes bajo sus órdenes. Sus compañeros los apodaron los "Dirty Five". Recibirían entrenamiento de sabotaje, aprendiendo a operar tanques, excavadoras, trenes, entre otros vehículos.
La noche antes de embarcarse hacia Inglaterra, al pelotón de Jake le conceden permiso para divertirse. Terminaron comiendo y bebiendo en una cafetería ubicada al lado de una estación de trenes. Para probar su entrenamiento, los dementes decidieron robar uno de los trenes, estando todos bastante borrachos. Resulta que les habían enseñado bien, el robo fue un éxito y así fue como regresaron a su base militar.
Jake McNiece se convierte en una leyenda
Para el momento en que son enviados a Inglaterra, el pelotón de Jake McNiece estaba compuesto por trece individuos. El 5 de junio de 1944, un día antes del Desembarco de Normandía, los "Filthy Thirteen" son enviados a una misión temeraria. Deben saltar en paracaídas más allá de las líneas enemigas para así asegurar un puente que le permitirá a los Aliados penetrar más profundamente con dirección a Alemania. Tendrán que defender el puente por un día, esperando la llegada de refuerzos. Antes de partir, Jake McNiece toma una decisión icónica, se hace con una navaja y se corta el cabello al estilo mohicano, luego procede a pintarse la cara para honrar su herencia nativo americana, sus hombres siguen su ejemplo. Todo este proceso fue capturado en video, así los "Filthy Thirteen" se convertirían en celebridades instantáneas en los Estados Unidos, luego inspirando el famoso clásico Doce del patíbulo.
El día siguiente, Jake McNiece y sus hombres saltaron a la acción junto con otros dieciocho mil paracaidistas. En el proceso, el C-47 que los transportaba fue alcanzado por proyectiles alemanes. Tuvieron que abandonar el avión para salvarse, ya que el vehículo explotaría en el aire, varios hombres de su pelotón no sobrevivirían. Jake tuvo la suerte de aterrizar sano y salvo, habiendo conservado todo su equipo. El problema era que sus compañeros habían quedado dispersos por doquier. Este intrépido antihéroe se las arregló para acabar con las vidas de un par de Nazis mientras buscaba a sus camaradas. Muchas horas después se encuentra con otro paracaidista que ha perdido su ametralladora, por lo que solo carga un cinturón de municiones. La suerte de este par de guerreros continúa mejorando, ya que encuentran a otros 35 hombres, suficientes para emprender su misión original.
En camino hacia al puente que debía asegurar, se encuentran con un coronel que les ordena cambiar de objetivo, deben dirigirse a defender otra área. Por supuesto, Jake McNiece pretende obedecer, llevándose a todos los hombres consigo, solo para marchar directo hacia el importante puente. Rápidamente, capturan la estructura y se dedican a construir fortificaciones para defenderse mientras los alcanzan los refuerzos. Se suponía que sus aliados solo tardarían un día en llegar, pero Jake y sus hombres ya llevaban tres días disparándole a todos los alemanes que pasaban por el lugar, cuando de repente aparecen varios aviones estadounidenses, dejando caer suficientes bombas para destruir el puente por completo. Resulta que los superiores de McNiece asumieron que los Filthy Thirteen no iban a tener éxito en su misión y por eso tomaron el asunto en sus manos. Sin embargo, el antihéroe y sus hombres no resultaron heridos y decidieron mantener la defensa del lugar, ya que incluso sin un puente era el mejor lugar para cruzar el río.
Jake McNiece tendría razón, ya que al poco tiempo aparecería un batallón de infantería Nazi al otro lado del río. Los oficiales alemanes, ondeando una bandera blanca, cruzan hacia la posición de los americanos. Proceden a decirles que se rindan, informándoles que se enfrentan a 700 soldados. Jake le propone una contraoferta, los Nazis son los que deberían rendirse ante sus 35 hombres. El americano se dio cuenta de que sus enemigos se estaban alejando de la playa, lo que significaba que la invasión había sido un éxito y su lado tenía la ventaja. No solo eso, sino que se encontraba en una posición privilegiada, si los Nazis querían cruzar a la fuerza, tenían que superar un barranco para llegar al río, todo bajo el fuego de las múltiples ametralladoras de Jake y sus hombres.
Los alemanes decidieron retar a Jake McNiece (grave error) forzando un ataque frontal contra una posición fortificada (aún más grave error). Con cuatro ametralladoras pesadas, dos morteros y una colección de armas pequeñas, los americanos esperaron que los Nazis pisaran el agua para comenzar a disparar. El resultado no fue sorpresa, los hombres de Jake masacraron por completo al batallón enemigo. Poco después, los ansiados refuerzos por fin llegaron. Para ese momento, la hazaña de estos 35 hombres ya se había convertido en una leyenda.
El valiente soldado participaría en otro par de misiones importantes, incluida la Operación Market Garden, la operación aérea más grande de la historia, con 38.000 paracaidistas saltando sobre Holanda. Y la determinante Batalla de las Ardenas. Jake McNiece celebró el final de la Segunda Guerra Mundial desde el castillo personal de Hermann Göring, repleto de tesoros, incluida una enorme colección de los caballos más valiosos del mundo, antiguas propiedades del antiguo cabecilla del régimen Nazi.