Pelo oxigenado, brazos musculosos, abdominales definidos, tatuajes a lo Dwayne ‘The Rock’ Johnson y una mirada desafiante. Así podríamos definir el aspecto de Amadeo Lladós, alias Llados para quienes le siguen o conocen en internet. Pero su imagen es lo de menos. Sus palabras y discursos motivacionales son su carta de presentación. Frases directas y polémicas que han dado que hablar dentro y fuera de las redes sociales y que vienen acompañadas de un despliegue de su ‘éxito’ en forma de vehículos de lujo, relojes de gama alta y casoplones con piscina.
Llados es un producto de la internet actual, un ‘bro’ con las cualidades necesarias para brillar en redes sociales como Instagram, TikTok o YouTube, donde la imagen lo es todo. Ser influencer no es fácil, y en un sector en el que hay tanta competencia por llamar la atención, Llados ha logrado hacerse un nicho con un estilo que recuerda a personajes similares salidos de la televisión en programas como Mujeres y hombres y viceversa o Gandía Shore.
Esta semana, la mayoría de medios se han hecho eco de la retirada de Llados de las redes sociales. Como dice el chiste, se ha pasado internet. Un influencer que se hizo a sí mismo por lo que suele contar en sus vídeos y que ha brillado durante un tiempo breve pero intenso, al uso de los tempos que se manejan en las redes sociales. Pep Guardiola sorprendía a todos en 2012, anunciando que se retiraba como entrenador del Fútbol Club Barcelona con la ya mítica frase “Me he vaciado y necesito llenarme”. A Llados le ha ocurrido algo similar. Aunque él dice que se ha quedado sin propósito. No es de extrañar si nos atenemos a la imagen que ha evocado en sus videos, rodeado de lujo, éxito y una vida de playboy con la que muchos sueñan. Pero, ¿cuál es la historia de Llados?
El sueño del éxito produce monstruos
Todos recuerdan la escena de El lobo de Wall Street. El discurso que da Leonardo DiCaprio ante una multitud de empleados rezuma testosterona y clichés. Y se ha convertido en una escena clave de la historia del cine y de internet. Los memes basados en ese discurso, estrambótico para muchos, pero motivador para otros, abundan a raudales. Incluso fue recreado en las recientes manifestaciones de Madrid frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz.
Su éxito radica precisamente en que plasma una figura tan icónica como el Tío Sam o la mascota del Monopoly. Un personaje creado por el capitalismo más radical de Estados Unidos y que ha calado en todos los rincones del mundo. En la última mitad del siglo XX, ese icono era un tipo trajeado que trabajaba en bolsa. Su éxito se plasmaba en mansiones, coches de lujo y una vida de excesos con alcohol, cocaína y cosas caras. Hoy, los yuppies de Wall Street han dado paso a armarios empotrados que parecen cruasanes tatuados, morenos de piel y que también se rodean de lujo para subrayar su éxito.
Llados no es el primero de su clase. Hace años que en Instagram, YouTube y TikTok aparecen este tipo de influencers. Primero, desde Estados Unidos. Luego, de países latinoamericanos como Venezuela, México o Colombia. Y, como no podía ser de otra manera, los cuerpos esculturales que “han triunfado en la vida” tenían que dejarse ver en internet también desde España. Si bien el culto al cuerpo era su primera razón de ser, y de ahí sus exageradas musculaciones, figuras como Llados utilizan el “cuerpo perfecto” y el lujo excesivo como ejemplo de su éxito en otros ámbitos de la vida.
El ganador que se hace a sí mismo
Los cryptobros tuvieron su momento de gloria cuando las criptomonedas se pusieron de moda. Caídas ya en una especie de letargo informativo, atrajeron a miles de jóvenes y no tan jóvenes a los que se les prometía el éxito inmediato con una estética y dialéctica heredadas de los yuppies de Wall Street de los años 80. Una estafa piramidal o esquema de Ponzi en toda regla que consiste en atraer pequeños inversores cuyo dinero acabará en manos del mentor o inversor de turno. A su vez, algunos de ellos se volverán en mentores de otros. Y, así, algunos harán algo de dinero mientras la mayoría lo pierde sin darse cuenta. O cuando lo comprende, ya es tarde.
La figura de Llados encaja con el cryptobro. Solo hay que entrar en su página web para ver de qué va esto. Se titula Tu primer millón. Y muestra una frase que resume este tipo de pseudofilosofía del éxito rápido: “Hazte un ganador y escapa del sistema”. Pero como reza el dicho añejo, “Nadie da duros a cuatro pesetas”. Y como dicta la lógica y el sentido común, quienes se han hecho ricos no te van a contar cómo lo han conseguido. Por la simple razón de que el sistema no permite que todos lo sean.
Según su biografía oficial, explicada por él mismo, Amadeo Lladós fue piloto de motociclismo y profesor de fitness. De lo primero pocos pueden afirmar lo mismo. Natural de Madrid, Llados se ha hecho famoso por su imagen escultural y sus videos rodeado de aguas cristalinas, bungalows y coches de alta gama. Aunque siempre que puede nos recuerda que él era como nosotros. Que fue lavaplatos y obrero. Y en sus discursos no falta la crítica a quienes tienen sobrepeso, por descuidados, y a quienes no ganan cinco o más cifras a final de mes. Porque si no eres rico es porque no te esfuerzas suficiente. Un discurso tramposo que obvia muchas cosas que no caben en este artículo. En definitiva, Llados ha querido ser el azote de los mileuristas.
Quién es Amadeo Lladós, el influencer
Este verano, varios medios se hacían eco de las declaraciones de un tuitero que despotricaba de Llados. O lo desenmascaraba. El hilo se puede leer todavía en X, antes Twitter. Su responsable es Gravesen. O @GravesenFunado. Tiene 15 millones de seguidores. Y explica que Llados se crio en Tres Cantos, un municipio a 22 kilómetros de Madrid capital. ¿Qué hay de cierto en que empezó siendo obrero de la construcción y en tres años se hizo rico?
La investigación realizada por esta cuenta de X destaca la gran cantidad de cuentas de Instagram creadas por el propio Llados. Y analiza cada una de sus afirmaciones para ver si es verdad. Por ejemplo, es cierto que pilotó una motocicleta y que corrió en Moto2. Con 18 años. Nada desdeñable. Incluso llegó a correr contra Marc Márquez. Pero, al parecer, el equipo en el que pilotaba llevaba su apellido. Es decir, que era de su propiedad. Lo que pone en duda que naciera en una familia modesta.
A partir de ahí, @GravesenFunado expone su teoría: que Llados es un producto de marketing para promocionar su curso de coach para “hacerte rico”. Un “hijo de papá” que finge venir de un origen humilde para empatizar con sus “víctimas”. Algo que vemos a raudales en redes sociales y cuyo éxito es del todo cuestionable. Al menos para quien realiza el curso. Quien lo imparte, claro está, tiene mejor suerte.
¿Por qué se retira ahora Llados?
El trabajo ya está hecho. Se ha creado una imagen, todo el mundo habla de él en internet y, a estas alturas, a sus 32 años, tiene un flujo de clientes asegurado para una buena temporada. En cuanto a la vida de lujo, es difícil saber hasta qué punto es real o impostada. La clave de personajes como Llados, que se han hecho populares por su imagen extravagante y exagerada, es que cuesta diferenciar el atrezo de la realidad.
Por ahora, sus perfiles en redes sociales siguen ahí. Una colección de videos que muchos se han tomado a broma y otros en serio. Un producto de nuestra época que recuerda a clichés del pasado con los que todos soñamos. ¿Quién no quiere ser rico? El problema está en que, como hemos visto miles de veces, este tipo de influencers esconden más de lo que muestran. Y lo que muestran es lo que ellos quieren. El control del mensaje. Algo que practican políticos, empresas y marcas desde tiempos inmemoriales. Lo que sí quedará en la memoria de internet será el paso de Llados y su ascenso a la fama con sus frases lapidarias.