El estudio Universal ha tenido un mal año en sus adaptaciones de distintas partes del libro Drácula, de Bram Stoker. Renfield, de Chris McKey, no logró recuperar su inversión y se convirtió en un fracaso financiero y de crítica. Ahora, El último viaje del Demeter, de André Øvredal, basada en un capítulo de la novela, resulta una nueva decepción a pesar de sus esfuerzos por mezclar el cine gore con una historia clásica de vampiros.
El último viaje del Demeter falla al convertir el trayecto de la goleta rusa que le da nombre en una versión de Alien, de Ridley Scott, pero en el mar. La película no tiene el buen uso de las sombras y los espacios reducidos del clásico de ciencia ficción. En cambio, el caos de gritos, cabezas decapitadas y sangre derramada no logra disimular el flojo guion de Bragi F. Schut y Zak Olkewicz. No hay intención de contar una historia, solo un desastre ocasionado por un monstruo a bordo, un argumento tan genérico que decepciona.
Drácula es solo una excusa para crear un ambiente gótico en una sucesión de escenas mal editadas y sin personalidad. Buena parte de El último viaje del Demeter transcurre entre lluvia y oscuridad, sin otro propósito que tratar de sostener la atmósfera. De hecho, la película decide mostrar muy poco a la criatura para favorecer el enigma. Y tarda un buen rato en revelar su versión del vampiro de Stoker, cuya apariencia tiene un evidente parecido con el Nosferatu de Friedrich Murnau.
En un intento de ocultar que los efectos digitales no son los mejores, las secuencias más duras se muestran en una confusión borrosa de oscuridad y ráfagas de tormenta. Por lo que, durante buena parte de la película, la bestia no es más que una serie de imágenes de una calva, colmillos y garras.
El último viaje del Demeter
La película de de André Øvredal intenta mezclar terror gótico con una historia de vampiros. Pero no lo logra. En su lugar, cuenta una historia apresurada sobre un monstruo que logra acorralar a víctimas desprevenidas. Sin profundizar en sus motivaciones, las historias de sus protagonistas o la naturaleza de la criatura que ataca. Todo un desperdicio en la adaptación de uno de los capítulos más interesantes del libro de Drácula, de Bram Stoker. La película termina por ser un conjunto de escenas gore que traiciona incluso la trascendencia histórica del clásico conde al que intenta rendir tributo.
Un cuento de terror mal contado
El recurso podría funcionar si el largometraje contara mejor su historia. El problema de El último viaje del Demeter es que su conflicto se revela desde sus primeros minutos y debe encontrar la manera de explicar cómo ocurrió la matanza que muestra. Pero el guion solo cuenta una serie de asesinatos crueles, sin poner atención a sus personajes, brindarles profundidad o lograr que importen sus muertes.
Para su segunda mitad, la narración se apresura a descubrir quién es el responsable de los asesinatos, qué significan de las cajas con símbolos de dragón que transporta y, además, relacionar todo con la novela de la que procede. Todo ello mientras el capitán Elliot (Liam Cunningham) y el primer oficial Wojchek (David Dastmalchian) intentan evitar que el pánico cunda en la tripulación.
La narración tiene tantos fallos que el destino de las víctimas, atrapadas sin salida con una entidad sanguinaria, termina por no ser central. Todo el relato transcurre entre chillidos en la noche, una sombra que se convierte en una figura espectral y estallidos de sangre. Superficial y sin la menor coherencia, El último viaje del Demeter llega a su tramo final como una colección de escenas de lucha frustradas. Nadie es capaz de vencer al monstruo, por más que el guion insinúe que el asustado grupo de personajes está a punto de hacerlo.
La ciencia, la sangre y los monstruos
Uno de lo pocos elementos interesantes en la película es la lucha entre la ciencia y la superstición al intentar detener al vampiro. Que muestra desde un debate filosófico sobre el mal hasta la asunción de que el monstruo es un ser que puede resultar herido. La película crea una conexión con el libro de Bram Stoker —que planteó lo mismo— que le brinda sus escasos buenos momentos. Pero jamás pasa de ahí. No logra ser un largometraje de terror ni rendir tributo al mítico monstruo que protagoniza su historia.
Lo que se lamenta es que El último viaje del Demeter no explore en sus puntos más fuertes. En su lugar, utiliza el gore explícito de vísceras que se derraman y cabezas cortadas para evitar entrar en terrenos más complejos. Aunque se insinúa, jamás se profundiza sobre la naturaleza de la criatura violenta o el destino de los asesinatos a bordo. Lo que hace que pronto se pierda el interés.
La película es una decepción para cualquier amante del género de los vampiros y el terror. Fracasa en su capacidad para sorprender al adaptar un relato clásico y también en su intento de brindar un aire moderno a un monstruo tradicional. Para su final, se vuelve un espectáculo de violencia explícita sin motivo que lo justifique.