El Hoyo 2 llega a Netflix con la firme misión de repetir el brutal fenómeno generado en 2019. La película española supuso una revolución dentro de la plataforma de streaming hasta el punto de convertirse en uno de los largometrajes de habla no inglesa más vistos de su catálogo. Ahora, el director Galder Gaztelu-Urrutia aspira a lo mismo en una nueva entrega protagonizada por Hovik Keuchkerian (La Casa de Papel) y Milena Smit (Madres Paralelas).
En El Hoyo 2, la historia regresa hasta el infernal sistema de niveles de la cinta original. Allí, sin embargo, encontramos algunos cambios. Sus habitantes han diseñado un procedimiento mediante el cual garantizar la supervivencia de todos. Para ello, deben alimentarse únicamente de la comida que eligieron al entrar. El resto debe permanecer intacto hasta que llegue a sus "dueños". Como mucho, pueden acordar intercambios de platos con sus compañeros o con los reclusos de los niveles próximos. Pero no todos están dispuestos a pasar por ese aro para sobrevivir. Por eso, un líder misterioso y sus acólitos tratan de imponer su ley y acabar con los disidentes.
El Hoyo 2
Netflix estrena al fin la secuela de uno de sus grandes éxitos españoles. Lo hace buscando un nuevo enfoque y ofreciendo mucha más sangre y violencia para sobreponerse a la inevitable falta de sorpresa que sí causaba la primera. Milena Smit se come la pantalla acompañada de un gran Hovik Keuchkerian, aunque el final volverá a sembrar las mismas dudas.
Un nuevo enfoque
En El Hoyo 2, la tarea más importante era encontrar una nueva historia para contar dentro de ese universo que tanto sorprendió hace unos años. Ahora, la originalidad ya no era la principal baza, por lo que Netflix debía dar con la tecla para enganchar a sus suscriptores de otra manera. Por eso, la idea de este nuevo sistema de alimentación y la organización de sus habitantes supone un delicioso punto de partida.
Los paralelismos con la lucha de clases y la crítica social vuelven a ser claros y evidentes. Hay en su arranque un detalle que le resta puntos. Al haber pasado tantos años, pretende volver a contar todas las normas y reglas del hoyo de una manera rápida. Pero el resultado son unos diálogos demasiado expositivos y artificiales. Para los fans, pueden resultar muy cansinos e innecesarios. Y para los nuevos espectadores, un compendio de frases y sentencias caóticas. En la primera cinta se presentaban extraordinariamente de manera visual y a través de las enseñanzas de Trimagasi. En la comparativa, El Hoyo 2 sale perdiendo en este aspecto.
Sea como sea, lo cierto es que su historia es lo suficientemente atractiva como para perdonar esta sobreexposición y centrarse en sus nuevos temas. Porque ahora El Hoyo 2 habla muy abiertamente de los fanatismos religiosos y falsos Mesías, de la solidaridad en el ascensor social y de las ideologías radicales y utópicas que no tienen en cuenta los baches del mundo real y de la naturaleza humana. Su novedosa premisa permite abordarlo todo desde un nuevo enfoque que es más que suficiente para abrazar el viaje de Perempuan (Smit) y Zamiatin (Keuchkerian).
Una secuela salvaje
Esta nueva entrega es también mucho más sádica que la primera. Aquella no escatimaba en violencia explícita y en algunos momentos bastante desagradables. Inolvidable es cómo Trimagasi le rebanaba un trozo de piel a Goreng. Pero en El Hoyo 2, Gaztelu-Urrutia va aún más allá. El director ha optado por una secuela salvaje, llena de gore y más escenas de acción. Un totum revolutum de asesinatos, sangre y vísceras que encaja a la perfección con la propia saga, si bien la recrudece notoriamente.
Es gracias a este aumento en la acción que El Hoyo 2 consigue impactar y volver a generar esa mencionada sorpresa en los espectadores. Frente a las limitaciones obvias de la propia historia, el cineasta se lanza a la piscina de lo feroz y lo cruel, sin cortarse un ápice. Algo que funciona gracias a la entrega total de una Milena Smit absolutamente soberbia. No es la primera vez que demuestra que sus camaleónicas capacidades actorales le permiten cumplir sobradamente en casi cualquier registro. En esta película se involucra de una manera tan brutal y apasionada que es imposible no querer seguir con ella en todo el viaje.
Un final disperso
Un viaje que, en realidad, vuelve a tener la misma losa que lastraba a la primera cinta. En ella, el rizo se rizaba tanto que el desenlace era sumamente metafórico y difícil de entender. Eso desató infinitas teorías por todo el mundo sobre el significado de la panna cotta. Ahora, El Hoyo 2 cae en esos mismos pecados. Su arranque es claro y fácil de seguir. Pero poco a poco la película se va alimentando de sí misma hasta un final que, otra vez, dejará perpleja a la audiencia. Y, sobre todo, que no dará las respuestas que muchos buscarán en la cinta.
A su vez, en lo formal, El Hoyo 2 baja algo el nivel con respecto a la primera debido a un montaje mucho más caótico y una composición de imágenes creativamente bastante menos inspirada. No dificulta la experiencia, aunque sí la rebaja en cierta medida. Precisamente porque se trata de una franquicia con un potencial enorme ya desde lo visual. Esta secuela, sin embargo, explota algunas de las mejores virtudes de la primera pero no llega a proponer nada nuevo ni especial.
En resumidas cuentas, El Hoyo 2 aterriza en Netflix cumpliendo lo que se esperaba de ella. Devolver a los espectadores a este mundo de pesadilla dantesca con nuevos mensajes y la misma voracidad de crítica social. Para compensar la falta de sorpresa, incluye mucha más violencia y sangre, acompañados de un Hovik Keuchkerian tan sólido e hipnótico como siempre y una Milena Smit que brilla desde lo visceral. Y su final, mal explicado y excesivamente simbólico, volverá a generar mucha conversación.