Aunque normalmente relacionamos las tormentas eléctricas con la lluvia, puede darse perfectamente el caso de que se formen rayos y truenos pero no caiga ni una gota de agua del cielo. Es lo que se conoce como tormentas eléctricas secas. Pueden parecernos mejores, pero lo cierto es que en algunas cuestiones son mucho más peligrosas. Por ejemplo, se ha comprobado que cuando le cae un rayo a una persona, la probabilidad de supervivencia es mayor si está mojada por la lluvia. Si su piel está seca, la cosa pinta fea.
Porque sí, un ser humano puede sobrevivir cuando le cae un rayo. De hecho, se han documentado muchísimos casos, como el de un hombre al que le llegaron a caer 7 rayos y ninguno le mató. Lógicamente, la mortalidad depende en gran medida de la intensidad eléctrica del rayo, de la orientación y del lugar del cuerpo sobre el que se pose. Cuando cae un rayo sobre la cabeza, puede ser fácilmente letal.
Pero es precisamente en la cabeza en la parte del cuerpo en la que se centró este año un equipo de científicos de la Technische Universität Ilmenau, en Alemania. Quisieron saber cómo influye la lluvia en la mortalidad cuando un rayo cae sobre la cabeza de un ser humano. Imaginaban que podía influir, pero lo cierto es que no tanto como finalmente demostraron sus resultados.
¿Qué pasa cuando te cae un rayo?
Antes de hablar de los efectos de la caída de un rayo debemos tener en cuenta que este puede caer sobre una persona de 5 formas diferentes.
En primer lugar, está la caída directa, donde una nube descarga directamente el rayo sobre la víctima. Es la forma menos habitual de caída de un rayo, pero también la más mortal. Cuando cae el rayo, su electricidad se transporta por el cuerpo de la persona de dos formas. Una porción de la misma se extiende a través de la piel, causando quemaduras. Sin embargo, la otra circula por dentro del organismos a través de los sistemas cardiovascular y/o nervioso. Es ahí cuando pueden producirse los efectos más letales.
En segundo lugar nos encontramos con el flash lateral. Este se produce cuando el rayo golpea en primer lugar un objeto alto, como un árbol o un edificio, y solo una parte del mismo rebota hacia la víctima. Por eso no es buena idea refugiarse de la lluvia bajo un árbol cuando hay tormenta. Es un tipo de caída de rayo menos letal, pero se pueden producir quemaduras graves.
También puede producirse una corriente terrestre, cuando el rayo, tras golpear un objeto alto, como un árbol, viaja hacia abajo y después a través del suelo, descargando su energía en otros objetos que encuentre a su paso. Por ejemplo, un grupo de personas. Esta es la forma de caída de un rayo que produce más muertes, pues la energía también se extiende de lleno por todo el cuerpo.
Por otro lado, si el rayo cae sobre una superficie conductora, puede viajar largas distancias a través de ella hasta alcanzar una persona. Ocurre por ejemplo con barandillas o vallas metálicas.
Y, para terminar, los rayos pueden producirse en forma de serpentinas. Estas se generan cuando el aire está muy cargado de electricidad, de modo que se pueden formar varios rayos y saltar hacia arriba. Son muy inesperados y también tienen una gran mortalidad.
En cualquiera de estas formas, la mortalidad suele deberse a una parada cardiorrespiratoria provocada por la descarga eléctrica, pero también a daños graves en el sistema nervioso. Al fin y al cabo, ya hemos visto que son los dos sistemas más afectados cuando cae un rayo.
¿Qué pasa si llueve?
Para la realización de su estudio, estos científicos alemanes utilizaron unos modelos realistas de la cabeza humana.
Estos constaban de tres compartimentos que se corresponden con el cuero cabelludo, el cráneo y el volumen intracraneal. Se utilizaron moldes para fabricar cada compartimento. El material de fundición básico era un 2% de agarosa en agua desionizada a la que se añadieron distintas cantidades de cloruro de sodio, negro de humo o grafito.
Concretamente, se agregó una cantidad de 0,17% de cloruro sódico para moldear el compartimento cerebral, otra de 0,01% de cloruro sódico y 4% de grafito para el compartimento del cráneo y, finalmente, un 0,17% cloruro sódico y 4% de negro de carbono para moldear el cuero cabelludo. Todas estas sustancias buscan emular la conductividad eléctrica de las distintas partes de la cabeza humana. En cuanto a la agarosa, es una sustancia que da un aspecto similar al de la piel humana.
Una vez hechas estas cabezas, se emuló la caída de un rayo en todas las conformaciones mencionadas anteriormente, añadiendo agua en forma de lluvia a la piel falsa o manteniéndola seca. Así, se vio que la piel seca conducía mucho mejor la electricidad del rayo hasta el sistema nervioso o incluso le permitía viajar hacia el corazón.
Los daños mecánicos y eléctricos disminuían notablemente con la lluvia. De hecho, se formaban menos orificios sobre la falsa cabeza. Pero, además, se medía una cantidad de electricidad mucho menor a través de la piel, ya que el agua absorbía buena parte de esta. La conclusión del estudio fue que la lluvia sobre el cuero cabelludo contribuye a una supervivencia del 70-90% cuando cae un rayo. Por lo tanto, la próxima vez que veas una tormenta eléctrica seca, cuídate especialmente de salir a la calle. Las probabilidades de contarlo si te cae un rayo son más bajas.