Y van 10. Bueno, en realidad alguna más, si contamos con las versiones especiales y los Ultras. El Apple Watch se hace mayor, hace tiempo que dejó de ser un experimento para convertirse no solo en una línea de negocio tremendamente importante para Apple, también en un producto muy significativo para el día a día de millones de personas. El Apple Watch Series 10 es la madurez absoluta del dispositivo, por encima incluso de generaciones anteriores. De hecho, de todos los dispositivos presentados por Apple en este nuevo curso es, quizás, el más atractivo. No solo por lo que supone a día de hoy, sino por sentar las bases de lo que serán los Watches del futuro más inmediato.

Hay tres cambios fundamentales en esta nueva generación del Apple Watch. Un sutil, pero muy efectivo, rediseño. Un nuevo chip que abre la puerta a nuevas funcionalidades, y cambio radical en el sistema de carga que, sin duda, es lo que más rápido experimentará el usuario. Más incluso que el aumento de pantalla.

Porque el Apple Watch Series 10 es el reloj de Apple con la pantalla más grande de todos lo que han salido hasta ahora, incluso por encima del Apple Watch Ultra. Forma parte de ese rediseño sutil, la pantalla es un poco más grande, pero no mucho más grande. De hecho, si vienes de un Apple Watch Series 9 o tu Apple Watch Series 10 es de color negro, con el que se funden los bordes de la misma, el cambio es tan sutil que apenas te vas a dar cuenta de ello. Y es que pese al aumento de la pantalla no hay cambio en la interfaz del Watch, todo se ve mejor claro, hay un poquito más de espacio, para el texto, pero nada que cambie diametralmente la experiencia de usuario. Hace el reloj algo más estilizado, pero en el día a día no es un cambio radical como sí que supuso en su día el sato de la pantalla del Series 4.

Ligero rediseño, tremendamente cómodo

Es más brillante, y tiene mejores ángulos de visión, pero de nuevo son dos mejoras que están limitadas a momentos concretos, en exteriores o si eres de lo que quieres una pantalla siempre encendida con un poco más de brillo o con la posibilidad de mostrar un poco más de información. El cambio de la pantalla tiene como consecuencia un aumento del tamaño de la caja. En este caso, pasamos de 45 a 46 mm respecto a la versión del año pasado. Y este sutil aumento de tamaño también supone un cambio fundamental en la parte trasera del reloj, y en su grosor.

Ahora la parte que está en contacto con nuestra piel es… diferente. A la vista, muchos usuarios no verán cambios excesivos, pero Apple ha reducido la protuberancia de los sensores, y ello unido a que el reloj es mucho más fino, lo hace tremendamente cómo de llevar. Es más grande, pero es mucho más cómodo en el día a día. Y es que aunque no lo parezca, el sistema que engancha las correas ahora está más cerca de la superficie de contacto con la piel, lo que hace que se sienta mucho más cómodo.

Sobre todo en aquellas situaciones en las que el reloj más puede molestar, como haciendo algunos deportes concretos (usando mancuernas, por ejemplo) o a la hora de dormir. Es un cambio que se siente especialmente en los primeros días y en los siguientes te preguntas como no te habías percatado de ello en otras generaciones. Se nota especialmente si haces el ejercicio de ponerte un Apple Watch de una generación anterior. Es de esos cambios sutiles de Apple que, sobre el papel, parece que vayan a pasar desapercibidos (al fin y al cambo solo han hecho el reloj un poco más delgado), pero que tiene un enorme impacto en el uso cotidiano del mismo.

Una de las desventajas de haber alcanzado la madurez es que el Apple Watch Series 10 sigue siendo un Apple Watch. No hay nuevas funcionalidades exclusivas o tareas que no puedas hacer con uno de una generación anterior. Sí, es más rápido y tiene mejor brillo, pero lo cierto es que la experiencia de uso real, en el día a día, entre el Series 9 y el Series 10 es la misma. Excepto en un apartado clave: la batería.

Misma autonomía, carga increíblemente rápida

Uno podría pensar que la reducción del grosor del reloj iba a tener como consecuencia una reducción de la autonomía del mismo. Pero nada más erróneo. El Apple Watch Series 10 no solo mantiene la autonomía respecto a la generación anterior formidablemente, también, según que ajustes pongas al mismo, puedes incluso estirarla un poco. No obstante, no te emociones, vas a necesitar cargar el reloj a diario si haces un uso normal con él, deporte incluido y, sobre todo, si duermes con él.

En una noche de sueño normal, se va entre el 10 y 15 % de la batería si te vas a la cama con el reloj al 100%. Eso unido a un uso normal al día siguiente, y entreno, te deja entre un 15% y un 20% de batería restante al final de día. Si eres además de lo que recibes muchas notificaciones y tienes la pantalla siempre encendida o brillo alto, te vas a quedar más cerca del límite inferior que del superior. Es el precio que hay que pagar, a día de hoy, por llevar un smartwatch en la muñeca si no lleva el apellido ultra. Es un hándicap que se ha mantenido constante desde casi la primera generación, aunque ha aumentado del número de funcionalidades que puede usar con esa autonomía.

No obstante, hay un cambio fundamental en el Series 10 que hace de todo lo anterior un problema menor: la carga. El Series 10 incluye un nuevo cable de carga — vuelve a ser trenzado— que permite aumentar la velocidad de carga del reloj. Y es un antes y un después. Si bien generaciones anteriores ya tenía esta función (el Series 9 carga del 0 al 80 % en 45 minutos), el Series 10 permite cargar del 0 al 80 % en unos 30 minutos, lo que quiere decir que un rato en el cargador te da batería suficiente para un buen rato. Y que una pequeña carga al levantarse te permite olvidarte de estar pendiente del cargador. Eso sí, para sacar esas métricas no vale cualquier cargador: necesitas el que incluye el Watch y al menos un cargador como el USB‑C de 20 W de Apple o de otra marca.

Aunque hubiera preferido más autonomía antes que carga rápida, al menos por mis patrones de uso, es un cambio importante a la hora de usar el reloj, y sobre todo, a la hora de cambiar la hora en la que pones a cargar el mismo si eres de los que le llevas puesto en todo momento. Además, una autonomía mayor de base permitiría al Series 10 incluir funciones que todavía no tiene y que relojes más baratos —y con menos batería— sí tienen, como la medición constante del ritmo cardíaco 24/7

Además de las mejoras que trae watchOS, cada generación nueva de Apple Watch incluye alguna novedad exclusiva, aunque esta vez heredada de su hermano mayor. La del Series 10 llega directamente del Ultra, y es la inclusión de un sensor de profundidad y de temperatura del agua. Se trata de una funcionalidad un poco más circunstancial enfocada a un número más reducido de usuarios que la novedad del año pasado, el sensor de temperatura de la piel, pero interesante en tanto que acerca la versión estándar del reloj a la más cara por precio y prestaciones.

La inclusión de esta funcionalidad no abre la puerta a bucear en aguas abiertas con el Apple Watch Series 10 sin límites y a lo loco, sino que está más enfocada a un uso más ocasional (aunque es compatible con Oceanic+). A saber, el límite para bucear del Series 10 es de 6 m frente a los 40 que soporta el Ultra. No obstante, el sensor de temperatura de agua sí que es muy interesante para los que practiquen natación, sea en aguas abiertas o en piscina. La verdad es que funciona bastante bien, y como en el caso del Ultra, la detección de temperatura es casi instantánea una vez que salta el modo de agua. La buena noticia es que puede usarlo en cualquier situación, no hace falta que salgas a nadar, y es especialmente útil para situaciones cotidianas, como comprobar la temperatura del baño para un bebé si no tienes a mano un termómetro, por ejemplo.


Apple Watch Series 10: ¿merece la pena?

Aunque en esta ocasión no haya grandes novedades de peso más allá de los pequeños cambios en el diseño y el tamaño del reloj, es uno de los lanzamientos de Apple que más merecen la pena. La disminución del grosor, unido a la posición de las correas más cercanas a la piel, y a la renovación de la parte posterior que está en contacto con la misma, lo convierten en el reloj más cómodo para llevar en el día a día que ha lanzado Apple hasta el momento. Es además tremendamente ligero.

Si bien el incremento de la pantalla pasa desapercibido en unas pocas horas tras el uso, ese espacio extra es interesante para mostrar más texto (aunque los elementos en pantalla se mantienen intactos) siempre es bienvenido, y teniendo en cuenta que el salto en el de 46 mm es notable, es incluso más interesante en el modelo más pequeño. Además, la inclusión de la carga más rápida, que despeja cualquier incertidumbre a la hora de cargar el reloj, también es un punto más que positivo, aunque hubiéramos preferido más autonomía antes que más rapidez en la carga.


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Teniendo en cuenta que este año ha tocado rediseño, que la carga ha mejorado sustancialmente, que se mantiene la compatibilidad con el doble gesto y que además te llevas extra un sensor de temperatura del agua y una de las gamas de colores más elegantes que ha presentado Apple, no tenemos ninguna excusa para no recomendar el Apple Watch Series 10. Es el más redondo de todos las generaciones que ha presentado Apple hasta la fecha.