Este jueves, 24 de octubre, Íñigo Errejón dejó todos sus cargos en Sumar y abandonó la política por completo. En su anuncio de dimisión no dejó claros los motivos, pero pronto se supo que él mismo había reconocido a sus compañeros de partido que las acusaciones de acoso sexual vertidas sobre él en redes sociales eran ciertas. Cuando este anuncio se hizo público, se ha dado también a conocer que lleva unos meses en terapia psicológica por una adicción al sexo. No es el primer acosador que arguye este motivo como explicación de su conducta. Incluso podría utilizarlo en un juicio. ¿Pero le exime eso de todo lo que ha hecho?

La respuesta corta, por supuesto, es que no. Los impulsos de una persona con adicción al sexo pueden ser difíciles de controlar. Interfieren en su día a día y le impiden tener una vida normal. Pero de ahí a convertirse en un acosador o incluso un violador, va un largo trecho. Es cierto que en los casos más extremos de esta adicción se puede caer en conductas delictivas. Pero son los casos más excepcionales. E incluso si esto ocurre, el delito no deja de ser real. A las víctimas de poco les sirve que su acosador asegure haberlo hecho por adicción.

Íñigo Errejón era consciente de su adicción. Como tal, se estaba tratando. Al menos eso es lo que ha asegurado. Por eso, debería haber extremado las medidas para evitar que sus impulsos hiciesen daño a otras personas. El acoso sexual es un asunto muy serio y ahora llega el momento de escuchar a las víctimas y apoyarlas. Él tendrá que responder ante la justicia, donde veremos si realmente la adicción al sexo es un atenuante. La realidad es que, en términos legales, no se terminan de poner de acuerdo, pero generalmente esta condición no suele considerarse atenuante de delito.

¿Qué es la adicción al sexo?

Antes de centrarnos en el caso de Íñigo Errejón, veamos qué es la adicción al sexo en general. Se trata de una condición mental por la que una persona no es capaz de controlar sus pensamientos, deseos, impulsos y comportamientos sexuales. Suelen masturbarse varias veces al día, ver mucha pornografía, tener relaciones sexuales con varias parejas y, a veces, cometer conductas de riesgo como el sexo sin protección. También hay personas que pagan asiduamente por tener relaciones sexuales.

Es importante dejar claro que practicar mucho sexo no significa que se tenga una adicción Alguien puede tener varias parejas sexuales o masturbarse con regularidad simplemente porque le gusta. Siempre que haya consentimiento con sus parejas, no debe entrañar ningún problema. Se considera una adicción cuando todas esas conductas interfieren en el día a día de la persona, impidiéndole llevarlo a cabo con normalidad. No pueden trabajar, estudiar o tener relaciones sociales o familiares porque continuamente están pensando en sexo o teniendo comportamientos sexuales.

Si esto ocurre, es importante buscar ayuda psicológica. Lo más eficaz es la terapia cognitivo conductual. Si con ella no es suficiente, puede ser necesario recurrir a los psicofármacos. En el caso de Íñigo Errejón no sabemos en qué punto se encontraba su tratamiento. Pero claramente, si de verdad lo suyo es una adicción al sexo, no dio resultado.

No se considera un trastorno

Todos los trastornos de salud mental están reconocidos en un manual llamado DSM-V. Ahí están catalogadas algunas adicciones, como la adicción a las drogas. Sin embargo, la adicción al sexo no forma parte de sus páginas.

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Tener mucho sexo no es sinónimo de adicción. Hay muchos más factores. Crédito: We Vibe Toys (Unsplash)

Algunos expertos piden incluirla, alegando que las personas con adicción al sexo muestran cambios en su cerebro similares a los de un adicto a las drogas. Sin embargo, la mayoría opinan lo contrario. Señalan que añadir la adicción al sexo a la lista de trastornos sería sinónimo de patologizar las conductas sexuales abundantes, que en la mayoría de casos no son peligrosas para la persona. Hemos visto que se considera adicción cuando sí que afecta a su vida. ¿Pero dónde está ese límite? 

Algunos expertos consideran que la adicción al sexo podría considerarse un tipo de trastorno obsesivo compulsivo (TOC), donde tanto las obesiones como las conductas compulsivas se relacionan con el sexo. En ese caso, dado que el TOC sí forma parte del DSM-V, podríamos estar hablando de un trastorno.

Ahora bien, incluso si fuese un trastorno, no haría más inocentes a los acosadores sexuales. El delito que cometen sigue siéndolo.

Íñigo Errejón no es el primero

Uno de los últimos acosadores sexuales famosos que recurrió a la adicción al sexo como argumento fue el productor de Hollywood Harvey Weinstein. Después de que multitud de actrices le acusaran de haber cometido acoso, se puso en marcha un procedimiento judicial, además de un gran movimiento social en su contra. Por eso, no tardó en argumentar que había actuado así por culpa de su adicción al sexo. Según él, no podía controlar sus impulsos.

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El caso de Harvey Weinstein puso en marcha un gran movimiento social. Fuente: Pixabay

En aquel momento, el psicólogo clínico experto en sexología Héctor Galván explicó en La Vanguardia que un adicto al sexo no se convierte necesaramente en un acosador o violador. Hay muchas formas de evitar llegar hasta ahí.

Podemos compararlo con la pedofilia. La mayoría de pedófilos no se convierten en pederastas, porque sus principios les impiden dañar a los niños. Lo que pensamos no lo podemos controlar. Lo que hacemos, en la mayoría de casos sí. 

El propio Íñigo Errejón señaló en sus redes sociales que dimitía porque actualmente está atravesando un proceso psicológico incompatible con la política. Lo ha hecho cuando le han pillado. Pero, si era consciente de dicha incompatibilidad, quizás debería haber dimitido antes o pedir una baja. Si crees que la falta de control de tus impulsos puede dañar a otras personas y de verdad quieres evitarlo, debes actuar en consecuencia. 

¿Le salvaría la adicción al sexo en un juicio?

En aquel mismo artículo de La Vanguardia, la abogada Alicia Ozores señaló que la adicción al sexo no está prevista como atenuante en el Código Penal. Esto se debe justamente a que no se considera un trastorno en el DSM-V.

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Lo más habitual es que la adicción al sexo no se considere un atenuante. Fuente: Pixabay.

En 2022, un equipo de científicos de la Escuela de Medicina de Long Island, en la Universidad de Nueva York, hicieron una revisión de los estudios sobre la aplicación de la adicción al sexo como atenuante. Concluyeron que hay mucha controversia, pero que con los datos actuales difícilmente puede considerarse un atenuante. Antes, quizás, habría que estudiar mejor si es un trastorno.

Llegados a ese punto, también habría que ver si, aun siendo un trastorno, puede atenuar un delito de acoso. Porque, como ya hemos visto, había formas de prevenir lo que ha ocurrido. Las medidas no deben tomarse cuando el delito sale a la luz. Lo ético es tomarlas antes de que exista ningún delito.